Píldora Nº49

Es urgente mejorar la productividad en España (Píldora nº 49)

Es urgente mejorar la productividad en España

En el artículo anterior, después de exponer los datos del Observatorio de Productividad y la Competitividad en España (OPCE) recogidos en el informe de 2023, El comportamiento de la productividad en España (1995-2022), se explicaba por qué la productividad del capital y la Productividad Total de los Factores habían tenido una caída tan importante en España durante las últimas décadas. En este artículo se estudiará la evolución de la productividad del trabajo, y se discutirán algunas medidas para mejorarla.

La productividad del trabajo mide la eficiencia con la que el trabajo aportado se combina con otros factores para producir bienes o servicios, y suele calcularse dividiendo el PIB por el número de horas trabajadas. Pues bien, la productividad del trabajo ha crecido ligeramente en España durante las últimas décadas, a una media anual del 0,7%, comparado con el 1,1% anual de crecimiento en la UE en su conjunto. Nos estamos quedando atrás.

Pero el PIB en España en el mismo período ha crecido. Y lo ha hecho porque hemos incorporado más trabajadores. Pero como la productividad del capital, así como la PTF vienen retrocediendo desde hace décadas y las economías avanzadas siguen logrando mejoras en PTF que España no consigue, la renta por habitante se mantiene distanciada de la de estas economías avanzadas.

El principal motivo de la lenta mejoría de la productividad del trabajo es que el tejido productivo español es menos intensivo en capital humano debido a su especialización en actividades y ocupaciones de poco contenido tecnológico. El gran número de microempresas (hasta 10 trabajadores) no ayuda. De hecho, las grandes empresas españolas son tan productivas o más que sus homólogas europeas. Sin embargo, el peso de las empresas medianas o grandes en la economía española es menor que en otros países.

Todos los estudios apuntan a que las empresas españolas deben aumentar su inversión en I+D. Es cierto que una empresa del sector auxiliar del automóvil, o una empresa del sector farmacéutico, pueden mejorar su competitividad si gestionan adecuadamente sus inversiones en I+D. Pero, un camping o un restaurante en la costa, ¿qué rendimiento va a obtener de invertir en I+D? El modelo productivo no ayuda a conseguir mejoras de productividad.

Sin embargo, el volumen de servicios de poco valor añadido como el turismo son muy positivos para la economía española. En 2023 el turismo alcanzó el 12,8% del PIB con 2,5 millones de afiliados. Fue el auténtico motor del crecimiento de la economía española. Y además el turismo tiene otra gran virtud: en 2023 generó un superávit de la balanza por cuenta corriente de casi 60 MM€ que, junto al menor superávit de servicios no turísticos, compensa sobradamente el déficit comercial de la balanza de bienes y contribuye de manera importante a la competitividad de la economía española. Pero el turismo también genera externalidades muy negativas: los precios de la vivienda, el impacto medioambiental, la saturación de algunos espacios públicos, entre otros, están empezando a generar protestas ciudadanas en las áreas sometidas a mayor presión turística. Además, esta dependencia del turismo de la economía española tiene su precio: ante crisis como la recesión de 2008 o la pandemia del COVID-19, las caídas del PIB español (y su impacto negativo en el empleo) son muy superiores a la de otros países con economías más dependientes de la industria y servicios de alto valor añadido. Cuando las cosas van mal, una de las primeras cosas de las que se prescinde es del viaje de vacaciones.

El Grupo de reflexión de AMETIC defiende una política industrial activa y decidida para potenciar la industria y los servicios de alto valor añadido, pero no a costa de la competitividad de la economía española. Por lo tanto, y tal como se comenta en la última memoria del CES 2023, es necesario alcanzar ganancias de competitividad basadas en aumentos de la productividad que permitan el mantenimiento sostenido de superávit exterior. Es decir, es preciso crear un marco que haga atractivos a largo plazo los proyectos industriales de alto valor añadido. Solo de esta manera se conseguirá un crecimiento que gradualmente disminuya la dependencia de la economía española del turismo y empiecen a considerarse atractivos los proyectos empresariales enfocados en los grandes retos que tenemos ante nosotros: la digitalización y el cambio climático.

Sin entrar en la defensa de sectores concretos, es evidente que las empresas intensivas en el uso de maquinaria, en el uso de las TIC o que producen activos intangibles, pueden aumentar su productividad mediante inversiones en I+D mucho más fácilmente que las empresas que prestan servicios de bajo valor añadido. Es preciso tener un sector TIC fuerte, para que los otros sectores no tengan que hacer importaciones masivas de tecnología. No hay que elegir entre industria o servicios (una clasificación que da una visión obsoleta de la economía del conocimiento). Se puede generar un alto valor añadido mediante empresas manufactureras o mediante empresas de servicios intensivos en conocimiento.

El Anteproyecto de Ley de Industria y Autonomía Estratégica ha iniciado el proceso de audiencia e información pública este mismo mes de julio de 2024. Esta futura ley tiene entre sus objetivos “la promoción industrial y la mejora de su competitividad y resiliencia, así como favorecer un mejor aprovechamiento del potencial industrial de la tecnología e innovación y la transición verde y digital”. Por lo tanto, corresponderá a esta futura ley establecer el marco que haga atractivos los proyectos de alto valor añadido a largo plazo. Proyectos que generen ingresos, empleos de calidad y contribuyan a la competitividad de la economía española generando un superávit comercial.

Imagen de usertrmk en Freepik

Grupo de Reflexión de AMETIC

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