Píldora Nº19

La formación, imprescindible hacia el pleno empleo (Píldora nº19)

La formación, imprescindible hacia el pleno empleo

Crisis anteriores acabaron con elevadas tasas de paro: no debemos aceptar que esta termine de la misma manera

Durante los próximos meses la UE aprobará los Planes de Recuperación presentados por sus Estados. Estos planes, además de ayudar a hacer frente a los efectos económicos y sociales de la pandemia de Covid-19, deben orientar las economías europeas hacia transiciones digitales y ecológicas para ser más sostenibles y resilientes en el futuro. En España, los ministerios han publicado Manifestaciones de Interés para identificar Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (Perte). Estos proyectos, junto con otras iniciativas contempladas en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía, pretenden la modernización de la economía española. Su objetivo es transformar el modelo productivo hacia un crecimiento sostenible e inclusivo. En España, además, esta modernización debería estar particularmente dirigida hacia una creación de empleo sustancial que nos permitiera acercarnos a tasas de empleo superiores y similares a las de nuestros vecinos europeos.

Sin embargo, la ejecución de estos grandes proyectos estratégicos se enfrenta en nuestro país a varios problemas. El primero se refiere al bajo nivel formativo medio de su población, alimentado principalmente por tasas de abandono muy preocupantes. Por dar algunas cifras, en 2019 la tasa de abandono escolar –personas que no continúan su formación tras finalizar la educación obligatoria– se situó en el 17,3%, afectando a más de medio millón de personas. En 2020, en plena pandemia, descendió hasta el 16% y por tanto experimentó una ligera mejoría, pero todavía está muy lejos del 10% establecido como objetivo por la UE.

La repetición de curso, que duplica las tasas de repetición en la UE y alcanza a uno de cada tres estudiantes a los 16 años, está detrás de estas altas tasas de abandono escolar. Es imprescindible atajar estas cifras de repetición tan alarmantes que provocan el abandono escolar, pues se antoja complicada la puesta en marcha de proyectos tan complejos y ambiciosos como los Perte cuando cada año se incorporan al mercado laboral más de medio millón de personas que a duras penas han terminado la enseñanza obligatoria.

Un segundo problema relacionado con el nivel formativo que también es preciso abordar es el desequilibrio entre los niveles formativos de la población activa y las necesidades del mercado laboral. España muestra una estructura educativa muy polarizada, con altos porcentajes de personas en los niveles universitarios (33%) y en los niveles de abandono escolar (30%), y sin embargo muy pocas en perfiles formativos medios, y en particular en la Formación Profesional Media (11%). Esta estructura contrasta claramente con la media de la UE, donde la incidencia de abandono escolar no supera el 13%, el 40% tiene estudios universitarios, y una de cada cuatro personas termina sus estudios con una Formación Profesional Media.

Urge redirigir a los estudiantes de nuestro país hacia la Formación Profesional, bien sea media o superior, de manera que consigamos una estructura formativa menos polarizada en los extremos, en especial en el extremo inferior. Y si ello requiere de una ampliación de la oferta educativa de Formación Profesional, será preciso hacerlo sin titubear. Es difícil imaginar una mejor inversión para la sociedad española que adecuar su oferta formativa a las necesidades del país.

Además, para que la recuperación económica se convierta en una verdadera transformación, es necesario que la Formación Profesional siga profundizando en el proceso de modernización que está acometiendo, pues en muchos campos está exhibiendo un liderazgo claro en la adaptación de la formación hacia las necesidades, cada vez más urgentes por inaplazables, de las empresas.

Asimismo, la Formación Profesional Dual, aunque todavía incipiente, parece estar siendo un buen mecanismo para la conexión entre la formación y el empleo, tan necesaria para tender los puentes necesarios que reduzcan y si es posible eliminen el desempleo juvenil mediante la mejora y actualización del nivel formativo de nuestra juventud.

Por último, no podemos olvidar la urgencia de abordar una continua adaptación/actualización de las competencias de las personas ocupadas en nuestro país. La transformación que todos esperamos poder acometer es impensable si no va de la mano de un Plan de Formación para el Empleo que se ocupe de la actualización continua de las competencias de los trabajadores ocupados que evite la obsolescencia de su capital humano. De no ser así, las medianas y sobre todo las pequeñas empresas no podrán coger el tren de esa modernización transformadora, pues no contarán con el capital humano necesario para llevarla a cabo.

Este esfuerzo formativo a diferentes niveles puede tener también otros beneficios colaterales no menos importantes. El proceso de reconversión industrial iniciado en los años ochenta con un objetivo muy parecido al de ahora (modernizar la economía española) terminó, a principios de 1986, con una tasa de desempleo del 21,5%. La crisis de 1993 terminó, a principios de 1994, con una tasa de paro del 24,5%. La crisis de 2008 provocó, al inicio de 2013, una tasa de paro del 27,2%. No debemos aceptar que la crisis actual termine igual que las tres anteriores. La formación es un prerrequisito para el pleno empleo.

Conviene recordar que, entre las últimas recomendaciones de la UE para España (mayo de 2020), ya no aparece el control del déficit público. Ahora mismo hay que resolver cosas mucho más importantes, como combatir la pandemia, respaldar el empleo, facilitar liquidez a las pymes y usar la contratación pública para respaldar la recuperación.

España debe aprovechar esta situación para mejorar el nivel de formación de su población de forma que los niveles de ocupación alcancen, si es posible, el pleno empleo.

Grupo de reflexión de AMETIC

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