Un decálogo para la Ley más estratégica
Si en la primera píldora de esta serie dedicada a la próxima Ley de Industria se destacaban la importancia de su impacto en empleo y productividad, y en la segunda incidíamos en la calidad del empleo, en esta tercera incorporamos y ampliamos los objetivos hasta conformar un decálogo.
Es muy relevante la definición previa de estos objetivos, porque si repasamos los de las dos últimas leyes de industria aprobadas en España, no pueden ser más diferentes. En 1939 el objetivo era “la ordenación y defensa de la industria nacional” (proteccionismo en estado puro). Sin embargo, en 1992 el objetivo era el contrario, liberalizar y asegurar la calidad y la seguridad (condiciones necesarias tras nuestra incorporación a la Unión Europea) ¿Cuáles deberían ser los objetivos de la nueva Ley que se propone en esta legislatura?
En ninguno de los dos momentos históricos anteriores fue tan evidente como ahora que el futuro de nuestro País depende absolutamente de que seamos capaces de crear las condiciones para que España vuelva a ser la potencia industrial que llegamos a ser.
El “milagro económico” español, que suele datarse entre 1959 y 1973, tuvo como protagonista indiscutible la industria, con tres planes cuatrienales de desarrollo entre 1964 y 1975 que consiguieron ritmos de crecimiento del PIB superiores al 7% sostenidos durante dos décadas.
Ahora tenemos que repetir el milagro, para recuperar el papel que nos corresponde en la globalización. Tenemos dos décadas para conseguirlo. La Ley de Industria es, sin duda, la más estratégica de esta legislatura…
¿Qué objetivos debería perseguir esta Ley? Se resumen en uno, que da nombre a este Grupo de Reflexión de AMETIC: Reindustrializar España. Y hacerlo además de forma más equilibrada de lo que lo hicimos antes, en geografía y en empleo inclusivo.
Proponemos detallar este objetivo en un decálogo, que ayude a entender qué elementos claves nos permitirán alcanzarlo. Los números son para apuntar no solo en dirección, sino en ambición.
El primero es evidente. Si queremos que el aliento de esta Ley se sostenga durante dos décadas, necesitamos forjar un amplio consenso de los agentes económicos y sociales, y en particular de las organizaciones vinculadas a la nueva industria. Por eso este decálogo es una propuesta, que debe enriquecerse con las aportaciones de muchos. El indicador es claro: un gran Pacto, para una Ley imprescindible.
El segundo es no menos importante. Hay que definir mejor qué es industria en el Siglo XXI (manufactura y servicios conexos), y tenemos que marcarnos un objetivo claro y concreto de que gane peso en los componentes del Valor Añadido Bruto de nuestra economía. Que alcance un tercio en dos décadas puede parecer un objetivo ambicioso, pero solo con objetivos así conseguiremos transformar nuestro tejido empresarial, y conseguir mejoras efectivas en empleo y productividad.
El tercero es de naturaleza fiscal. China, USA y Alemania lo tienen claro y están apostando ya por ello: para construir la industria del futuro es preciso discriminar positivamente a las entidades y a las personas que saben construirla. No basta con incentivar la inversión y el empleo, es preciso incentivar también el mantenimiento de los centros de decisión en España. ¿Qué indicador? Ser el territorio fiscalmente más atractivo. La industria es la mejor política social, porque crea riqueza y la distribuye.
El cuarto es de naturaleza financiera. Es muy importante que seamos un País atractivo para las grandes multinacionales, pero es igualmente importante que una parte fundamental de los centros de decisión de nuestra industria se queden en España. Y para eso necesitamos un sistema financiero orientado al largo plazo y que tenga sus raíces aquí. Aterrizando: 20 multinacionales líderes globales con centro de decisión en España, y un cluster de fondos de inversión y Public Private Partnership (PPPs) orientado al scale up y arraigo de grandes grupos industriales.
Quinto, la educación es otra de las palancas necesarias, y tiene dos dimensiones fundamentales. Necesitamos profesionales de todas las cualificaciones, y para conseguirlo tenemos que apostar decididamente por la Formación Dual y por la Formación Continua. Poniendo números: alcanzar en una década el 100% de estudiantes universitarios y de FP en programas duales, y reducir a la cuarta parte el desempleo de profesionales de más de 50 años. Y necesitamos también una nueva generación de gestores industriales que entiendan cómo construir una industria avanzada, con más y mejores empleos (la EOI puede ser un catalizador de esta apuesta).
Sexto, la innovación es también una clave fundamental. Es preciso reinventar nuestro sistema de I+D+i y nuestras prácticas de compra pública, para que la i de la Innovación alcance por fin la mayoría de edad y sume además la E.I. de “Emprendimento Industrial”. Iniciativas como la Ricardo Valle Innovation Network, presentada recientemente por AMETIC, marcan la dirección correcta. Primero corregir la gobernanza del sistema, y después alcanzar una inversión del 3% de nuestro PIB en investigación y desarrollo tecnológico orientado a la industria.
Séptimo, en particular es preciso poner foco en apuestas concretas en la nueva industria que está surgiendo en torno a las Tecnologías Exponenciales. Los Fondos Next Generation han servido para catalizar algunas apuestas, pero no necesitamos la financiación de Europa para lanzar una nueva generación de al menos diez PERTEs que inviertan en proyectos ambiciosos que nos permitan recuperar el talento científico de nuestra diáspora en Deeptech, Cuántica, Inteligencia Artificial… En este punto sería importante discriminar positivamente a los proyectos que mantengan empleos de alto valor añadido, y asegurar una transición justa, poniendo a las personas en el centro.
Octavo, España tiene una oportunidad única para convertirse en un referente global en industria sostenible, combinando competitividad económica y protección ambiental. Es preciso trazar hojas de ruta concretas y acordadas con la industria para la transformación de nuestro modelo energético, la descarbonización, la economía circular, la bioeconomía, la eco-innovación y el liderazgo internacional en la lucha contra el cambio climático.
Noveno, es preciso implicar al conjunto de la Sociedad en esta apuesta, y fomentar una cultura que valore la importancia de la industria para el desarrollo económico y social del país. Es preciso definir e implantar planes de divulgación, preservar el patrimonio industrial, desarrollar el turismo industrial y mejorar de forma decisiva la imagen de la industria en la sociedad.
Décimo, todas las anteriores requieren de una condición previa, y es que la Cartera de Industria ocupe una posición prominente en los Gobiernos. Una Vicepresidencia que ostente directamente las competencias de Reindustrialización e Innovación ayudaría a visualizar adecuadamente la apuesta.
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Grupo de Reflexión de AMETIC